EDITORIAL ENTRE RÍOS

Cuidar la democracia

Un militante de Javier Milei y de José Luis Espert, conocido por su activismo en redes sociales, rompió a martillazos un cuadro con el pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo. Ocurrió el sábado 6 de noviembre, en el local de la organización Movemos CABA del barrio del Abasto, en Buenos Aires: el influencer "Ciudadanoliberal.ok" robó la mayólica (una losa esmaltada) que fue colgada en la puerta de la unidad básica, la llevó a su casa y la quebró en pedazos con una maza. Luego subió el video a las redes sociales, con total impunidad.

Milei es un personaje mediático devenido en político desde hace un tiempo relativamente breve, con una figura algo extravagante e ínfulas de economista sesudo, aunque plagiador confeso de autores clásicos de cierta corriente de la ciencia económica. Se trata de un fenómeno, por ahora, circunscripto a la ciudad de Buenos Aires, distrito en el que es candidato a diputado nacional por una fuerza de ultraderecha, a la usanza de la nueva ultraderecha: violenta, misógina, racista, provocativa y sobre todo con gran desparpajo para decir casi cualquier cosa y todo lo contrario inmediatamente después, sin sentirse en la necesidad de ninguna aclaración, que por otra parte, casi ninguno de sus entrevistadores le pide. Lógicas del ejercicio del periodismo en tiempos de multimedios concentrados, redes sociales y conexión permanente a no se sabe muy bien qué, pero de lo que nadie con expectativas de pertenecer a este mundo puede estar desconectado.

La irrupción de este tipo de seguidores, como el del Abasto, no es nueva ni mucho menos un fenómeno local. Existen por estos momentos incluso documentales en plataformas como Netflix, que tratan sobre la promoción de mensajes de odio y racismo en redes sociales y sobre cómo esos mensajes terminan transformándose en propuestas políticas que anclan primero en redes sociales, en Internet, pero que pueden llegar a incursionar en la política tradicional. Nada impide que la existencia de este tipo de comunidades, en principio cibernéticas, constituya a la postre algún tipo de electorado, inserto en elecciones legales, libres y democráticas.

Lo que sucede es que la democracia exige un mínimo apego a algún tipo de regla de convivencia. Un acuerdo básico, si no un pacto social, que en lugar de matarnos los unos a los otros permita que nos pongamos de acuerdo en algo. Esto que es tan básico de la ciencia política, que tiene siglos de teorías y contra teorías, es completamente ignorado por esta nueva derecha que, paradójicamente, se presenta como nueva política. Y trata a los dirigentes de las otras fuerzas como casta.

Claro que, a poco de andar, para Milei no todos los políticos son casta. Algunos lo son menos que otros. Macri, por ejemplo. O Bullrich. Entonces comienza a quedar de manifiesto el verdadero poder que hilvana el detrás de escena de estos personajes. El poder que, cuando pasen las elecciones, hará que jueguen todos en el mismo bando. Porque como bien dice Jorge Alemán, esta nueva derecha no es una fuerza política, sino más bien una agenda de temas. De temas que interesan a las grandes empresas concentradas, al capital financiero. Menciono uno que habrás escuchado: de repente, en los grandes medios de comunicación se volvió imperioso discutir si se suprime la indemnización por despido a los trabajadores. ¿Qué disidencia te parece que pueden tener, a la hora de levantar la mano en el Congreso para aprobar esto Milei, Macri o Bullrich, llegado el caso? ¿Qué diferencia pueden tener, además, con Vidal, Tetaz, o Frigerio?

Algunos oyentes nos señalan en sus mensajes que no nos dediquemos tanto a lo que pasa en Buenos Aires. Dejen a los porteños con sus cosas, nos dicen. Compartimos la idea. Solo que, en tiempos de medios concentrados, permanentemente, lo que sucede allá no deja de ser importante para lo que, más tarde o más temprano, sucederá acá. Y lo es, para bien o para mal. Sobre si estas fuerzas les sacan votos a unos o les suman a otros, son especulaciones electorales, legítimas, que no forman parte de lo que queremos hablar en este espacio.

El domingo vamos nuevamente a votar. Desde el comienzo de este nuevo período ininterrumpido de 38 años de democracia, las fuerzas políticas mayoritarias y minoritarias han apuntalado el sistema, legal y discursivamente, de manera que, como se dijera alguna vez, el horror no volviera nunca más. Pero el camino, como escribió un poeta y cantó un trovador, saben ustedes, se hace al andar.

Editorial de José Luis Ferrando, licenciado en Comunicación Social, periodista de LT14 Radio Nacional Paraná.