LA COLUMNA DE ARIEL ROBERT LV8 NACIONAL LIBERTADOR MENDOZA

Día del escritor

La ausencia de registro me impide asegurar si lo primero que escribí fue papá, mamá o acaso mi nombre. Lo que me atrevo a garantizar es que lo primero que pude haber escrito no fue la fecha, ni la hora. Los números llegan más tarde, o para evocar a un gran escritor, los números siempre llegan tarde.

Por aquellas épocas, solíamos debutar con la palabra papá porque el dibujo de la pe es más sencillo que el de la eme. Antes de eso ya hemos construidos casas con techos a dos aguas, algunos árboles imprecisos y seguramente corazones carentes de ventrículos y de toda su anatomía compleja, son corazones simbólicos, esos que cuando crecemos se deforman y endurecen.

Escribir es leer dibujando. Escribir es inventar sujetos que predican, es desandar caminos que no existen y es mentir con un acuerdo previo.  Luego escribir empieza a ser un compromiso, un examen, un mandato gramatical y una rigurosa sintaxis. Con el tiempo, si así lo juzga el crítico- escribir es transmitir conceptos con elegancia.

Aquellos que además de escribir, escribimos para ganarnos la vida, logramos también ganarnos el aprecio de algunos y el desprecio de otros, por el mismo precio, me refiero, por un mismo texto.

Quienes nos dedicamos a este oficio le atribuimos una importancia vital, pero no sólo en el aspecto utilitario –o sea para obtener recursos- sino en la más amplia acepción de lo que significa la vida.

Como en toda labor y profesión, los hay geniales aunque la mayoría le seremos esquivos al bronce y a los homenajes con fanfárreas

Hoy para ser escritor se puede prescindir de buena caligrafía, de erudición, de musas y hasta de una frondosa imaginación, sólo es requisito sine qua non, que haya alguien dispuesto a leer y cerrar el círculo para que lo que pudo ser una expresiva U alcance a traducirse en una redonda e indiscutible o, y si acaso la calidad se eleva un par de peldaños, probablemente enmudezca al lector y esa o sea digna de estar sucedida por una hache, muda pero absurdamente llamada consonante, símbolo del silencio y la austeridad, sigilosa y huidiza, lo suficiente como para despertar asombro o al menos para generar sospecha, porque tanto como Usted, yo sé que ella sonará sólo cuando se abrace a la derecha de la c, su indispensable vitamina.

Religiones y filosofías aseguran que todo lo que somos y seremos ya fue escrito, que los profetas son periodistas avezados que se paran al pie de la rotativa y que aunque tengamos a mano la “dos banderas” nuevita, nadie podrá alterar el guión de nuestros destinos. Y están los que sostienen que la vida de todo mortal se diagrama y transcurre con el único propósito de dejar sentado el mejor de los epitafios sobre la lápida final.

A quienes escriben, a los fabuladores honestos, a los literatos que nos prestaron sus historias, a los historiadores que nos desempolvaron los archivos, a los publicitarios creativos y a los auxiliares de fiscales, feliz día.

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Muchas Gracias, Lunes a viernes de 8 a 12h
Conducción: Ariel Robert, Emilio Vera Da Souza.
Aporte Periodístico: Carolina Quiroga.
Móviles: Javier Costarelli.
Locución: Eduardo Piquemal, Natalia Pautasso
Columnas y participaciones especializadas: Mónica Borré, Ana María Vega, Esteban Rodríguez, Germán Ejarque, Juan Manuel Gispert, Marcos Pérez Linares, Raúl Mercau.
Colaboradores: Elena Quintero y Pedro Saborido.
Operación Técnica: Daniel Astudillo, Carlos Martín, Gustavo Torres.
Producción: Natalia Tisera, Mariana Ferreira, Ana María Vega, Gretel Videla
Redes sociales: Belén Ferrando.