La escritora, actriz y docente, reconocida por su estilo que fusiona lo cotidiano con lo fantástico, fue entrevistada en el programa El Explorador Cultural, donde señaló que, “escuchar historias, enriquece la imaginación y refuerza los vínculos”.
Ana María Bovo, quien cree que, en un mundo saturado de imágenes, la narración oral tiene un poder único: “Te hace viajar sin moverte”.
Sobre su forma de trabajar, señaló: “Nunca empiezo por un tema; eso le resta naturalidad. Primero aparece una imagen, y luego la voy hilando. Cada relato debe ser un encuentro sensorial”.
Para Bovo, la clave de narrar bien está en saber escuchar: “Rodrigo Fresán dice que narrar bien es saber qué puede quedar afuera. Y siempre tiene que haber conflicto, aunque sea pequeño: es el motor de la historia”.
En cuanto a la improvisación, la definió como esencial: “Cuando vivencio la historia en todos los sentidos, las palabras fluyen. La relación sensorial con el relato hidrata los textos; cada presentación es única”.
En un mundo dominado por las redes y el contenido breve, Bovo defendió la vigencia de la narración oral: “Cuando alguien escucha una historia, todo se detiene. Permite imaginar desde la propia experiencia, algo que el cine no logra del todo”.
Hace pocos días, Bovo presentó en el Palacio Libertad su espectáculo “Las películas de mi vida”, centrado en la influencia del cine italiano en su vida personal y familiar. La obra propone un reencuentro con el romance que diferentes generaciones de espectadores sostuvieron con la rica producción cinematográfica italiana.
En la segunda parte del programa Lorena Peverengo conversa con Julia Risso Villani, locutora, profesora de teatro y tallerista de educación sexual integral y discapacidad, quien a partir de una experiencia personal escribió el libro “Curvaturas, el dolor nunca tuerce el deseo” en el que busca “denunciar la ilusión de la cura”.
“Siempre disfruté mucho escribir pero a veces tenemos la vara demasiado alta y no compartimos lo que tenemos para escribir hasta que uno se empieza a animar y a tomar confianza”, contó la autora en una entrevista con Lorena Lacombe, en la que charló sobre su historia, y su mirada sobre la discapacidad, la sociedad y el proceso de escritura.
Villani contó que el mismo síndrome que ella tiene lo tienen en el país “aproximadamente 280 personas”. “Entonces, se trata de una enfermedad que entra en un rango de las enfermedades poco frecuentes. Es interesante pensar por qué no se estudian esos casos”, planteó.
La autora sostuvo que su libro “Curvaturas”, el dolor nunca tuerce el deseo” es una búsqueda y una reafirmación de ese punto de no hay que hacer cualquier cosa por el hecho de estar bien, porque a veces hacer cualquier cosa te puede traer un montón de consecuencias para el cuerpo y para la emoción .Entonces, hay que parar un poco la pelota y decir: bueno, ¿hasta dónde?”.
También habló sobre las barreras a las que deben enfrentarse a diario las personas con discapacidad, tanto culturales como físicas, y defendió que “cada persona debería nombrarse como quiere” al ser consultada sobre la forma correcta de hacer referencia a quienes tienen alguna discapacidad.
Finalmente, Villani compartió que, con su libro, publicado por la editorial Chirimbote, le gustaría “mostrar que la sociedad está todo el tiempo buscando cura e imponiéndonos como esa especie de ‘arreglo’, denunciarlo y decir que no es necesario, que se puede defender una corporalidad, por más de que la sociedad la marque todo el tiempo como errónea, como incorrecta y que se puede desear, que se puede estudiar, que se puede vivir, que se puede viajar, que se puede… sin romantizar y también abrazando todas las dificultades”.