El domingo pasado, después de las diez de la noche, en un mensaje grabado, el presidente convocó a la oposición a un acuerdo nacional. Alberto Fernández planteó la necesidad de llegar a un gran acuerdo de mayorías en “una agenda tan compartida como sea posible”, dijo. Para eso apeló al patriotismo: "Una oposición responsable y abierta al diálogo, es una oposición patriótica. Nuestro pueblo necesita ese patriotismo", afirmó el presidente. Si bien responsabilizó al gobierno anterior de haber contraído la deuda -algo rigurosamente cierto-, incluyó la necesidad de debatir el posible y necesario acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. “Ese es el escollo más grande que enfrentamos para continuar en la senda de la recuperación económica y de la construcción de un país con más equidad", dijo al respecto. El presidente le puso fecha al envío del proyecto al Congreso para la primera semana de diciembre. La otra novedad es que será un ‘Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable'". Es decir, que la propuesta de acuerdo con el Fondo significará un plan económico en sí mismo para el país. El programa contemplará “los mejores entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el staff del FMI”, dijo, y aclaró que será “sin renunciar a los principios de crecimiento económico e inclusión social”.
Para que no queden dudas sobre el sustento político que el anuncio tiene hacia adentro de la coalición de gobierno, el presidente resaltó que “es una decisión política que cuenta con el pleno aval del Frente de Todos". Y puso en discurso personas concretas: "ha sido el fruto del trabajo conjunto con la vicepresidenta de la Nación, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y mi gabinete de ministros y ministras", dijo.
Hoy se conoció que el Gobierno convocó al Consejo Económico y Social para tratar los diez puntos de consenso. Recordarán ustedes, este organismo creado por decreto, tiene por objetivos hacer “recomendaciones sobre programas de gobierno y proyectos de leyes estratégicos”, “abrir un espacio de diálogo y cooperación entre los diversos sectores económicos y sociales del país”, “generar consensos amplios sobre prioridades estratégicas para el desarrollo nacional inclusivo” y “establecer mecanismos de participación ciudadana”. Tiene como figura excluyente al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz.
La semana pasada, el presidente y el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvieron un encuentro con representantes de empresas multinacionales de distintos sectores, en el que se adelantó que se iba a realizar esta convocatoria. También, dicen, el ministro les adelantó a los empresarios que no habría default, es decir, que habría acuerdo con el Fondo.
Según el diario Ámbito Financiero, el plan a debatir incluiría la convergencia fiscal sin producir un ajuste en la economía, la necesidad de reorientar los subsidios hacia un esquema más eficiente y progresivo e intensificar la lucha contra la evasión impositiva, la inclusión de incentivos para la generación de empleo incremental, la promoción de un esquema educativo que incluya carreras cortas con fácil salida laboral en sectores vinculados a la economía del conocimiento, entre otros, y favorecer un escenario de atracción de inversiones en rubros estratégicos.
Entendemos que el impulso de una declaración en tal sentido del Consejo Económico y Social, le daría fuerza a la propuesta que el gobierno finalmente enviaría al Congreso. Más allá de las discusiones internas, lógicas, que Juntos pueda llegar a tener en los próximos días sobre la posibilidad de concurrir a un acuerdo, ha habido en las últimas horas señales positivas de varios dirigentes. Incluso el propio José Luis Espert, flamante diputado electo por la ultraderecha, se manifestó dispuesto a apoyar un acuerdo con el Fondo Monetario: "Sin acuerdo nos prendemos fuego a lo bonzo", dijo con su estilo. Con los resultados de ayer, todos los votos serán necesarios para el Gobierno.
Pasadas las extenuantes jornadas electorales, con un resultado que de dar por muerto al peronismo y al Gobierno viró hacia una sensación de moderado alivio en la derrota, con un Congreso en el que el oficialismo no perdió la condición de primera minoría en ninguna de las cámaras, una palabra parece comenzar a perfilarse como marca de esta nueva etapa: consenso.
La historia argentina no es pródiga en experiencias exitosas basadas en esta palabra. Me viene a la cabeza, sin esforzarme mucho, la concertación, que se intentó en el final del gobierno de Raúl Alfonsín, o la mesa del diálogo argentino, de Eduardo Duhalde, junto a la Iglesia Católica, en 2002. La Historia no demuestra que las sociedades y sus dirigentes necesariamente mejoren, maduren o aprendan de los errores. Pero por suerte, es casi siempre impredecible. Y nunca, nunca, está cerrada.
Editorial de José Luis Ferrando, licenciado en Comunicación Social, periodista de LT14 Radio Nacional Paraná.
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