"El arte de producir" espacio en el que la Radio Pública difunde el trabajo de las Pymes, cooperativas y emprendimientos regionales.
La historia Daniel Eduardo Ledesma por revalorizar los frutos del monte santiagueño, elaborando delicias saludables, comenzó hace unos cinco años.
El “café” de algarroba (lo denominan así popularmente, aunque, no tiene nada que ver con el café proveniente del cafeto árabe) es una costumbre de muchos hogares de la zona. En otras provincias como La Rioja y Catamarca, la algarroba se aprovecha para elaborar el tradicional “patay”, una especie de torta de harina de algarroba tostada.
El algarrobo era “El Árbol” sagrado para los aborígenes, porque daba sombra en los veranos, daba alimento con sus vainas ricas en minerales, su madera era noble para hacer cosas útiles y duraderas, y servía como muy buena leña para hacer fuego. Moliendo sus vainas en los morteros, hacían harina para elaborar el patay. Al sobrante grueso le echaban agua y bebían la “añapa” ya colada. Ésta es dulce y energizante. Y si dejaban a esta bebida macerar durante tres días, tapada y a la sombra, lograban que fermentara y obtenían la bebida alcohólica llamada “aloja”, que también hoy se sigue consumiendo.
Daniel comenzó a hacer experimentos hasta que logró obtener un “café” delicioso, tostando algarrobas blancas y negras –son dos variedades de la planta-, pasando por un proceso artesanal que guarda como su mejor secreto. Se animó a envasarlo en paquetes de 220 gramos y comenzó llamándolo “Don Ledesma”, pero luego registrar la marca “El Don Santiagueño”. La algarroba tiene calcio, hierro, fósforo, magnesio, cinc y 10% de proteínas. Reduce el colesterol “malo”, previene el estreñimiento, es desinflamatorio, probiótico y rico en fibras. Con 50% de azúcares naturales, al tostar su fructosa se carameliza y torna delicioso al café.
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Etiquetas: Artística Federal, El arte de producir, Emprendimientos