EDITORIAL ENTRE RÍOS

El presupuesto, el acuerdo, la esperanza

Esta semana será materia de tratamiento periodístico la aprobación o no del presupuesto 2022, que se encuentra en la Cámara de Diputados de la Nación. Por eso el ministro de Economía, Martín Guzmán, expone esta mañana en la Comisión de Presupuesto. Como consecuencia de las vicisitudes de la negociación con el Fondo Monetario Internacional, la norma -que constituye un plan económico en sí mismo-, estuvo demorada en los últimos tres meses. Se espera la aprobación del proyecto, si es posible el próximo jueves, para ser enviado al Senado, donde el gobierno tiene expectativas de sacarlo antes de Navidad. Si esto no es posible, desde el Gobierno dejaron trascender que el presupuesto podría prorrogarse por decreto. No sería la primera vez: Cristina debió gobernar en 2011 sin presupuesto por impedimento del llamado Grupo A, conformado por las fuerzas de la oposición en el Congreso. Los costos y beneficios de esa eventual decisión serán materia de análisis posterior. Está por verse si será la oposición la que quedará ante la sociedad como trabando la gestión del gobierno o si, merced al aparato mediático capaz de crear la realidad que mejor prefiera y sea funcional a sus intereses, será el gobierno el acusado de querer hacer uso discrecional de las partidas ahora reconducidas.

El proyecto de Presupuesto prevé un crecimiento del 4 por ciento del Producto Bruto Interno, una inflación del 33 por ciento y un dólar a 131,1 pesos, a la vez que no contempla el pago de vencimientos de capital al Fondo Monetario Internacional, además de proponer un incremento real del gasto social y una reducción de los subsidios energéticos.

Desgranando un poco. La inflación se sigue previendo alta. El número del presupuesto actual, que era del 29 por ciento, será superado ampliamente. Es cantado que el 33 que se prevé para el 2022, también. El dólar previsto tiende a convencer sobre lo que el Gobierno viene diciendo de manera persistente: que no habría una brusca devaluación del peso. La falta de previsión de pagos de la deuda pública es un claro signo de que se descuenta el acuerdo con el Fondo, de manera de poder prorrogar los vencimientos del año próximo. El incremento real del gasto social no tiene por qué ir en contra de un probable acuerdo con el organismo, con ajuste incluido. El gasto social ha sido una de las herramientas para mitigar las consecuencias del ajuste. Dicen que el Fondo aprendió. Lo cual no es bueno para sus deudores, necesariamente. La reducción de subsidios energéticos abrirá otro frente de conflicto, básicamente, por una muy probable suba de las tarifas.

El gran fantasma que sobrevuela toda negociación con la oposición es hoy el mencionado acuerdo con el Fondo Monetario. Acuerdo del que siguen conociéndose pocas pistas. El fin de semana se habló, en base a supuestas fuentes de la negociación, de cinco puntos que estarían siendo admitidos por el Fondo: el reconocimiento de un crecimiento importante y real de la economía; gracias a esto, la posibilidad de evitar un ajuste (concepto demasiado difícil de definir de manera general); gradualidad en la reducción del déficit, sin afectar el crecimiento; posibilidad de créditos de la comunidad internacional que el propio Fondo avalaría, como ayudas del BID y del Banco Mundial, entre otros; el organismo habría aceptado también la posibilidad de seguir implementando acuerdos de precios, que permitan contener las subas en alimentos; reconocimiento de que la inversión extranjera y de empresas locales no es especulativa sino direccionada a la economía real. A diferencia de lo que sucedió con el crédito otorgado a la administración Macri, esto sería un factor que en la negociación podría permitir un acuerdo que no condicione una recuperación económica. Y no mucho más, por ahora. Sólo la promesa de un presidente, a una vicepresidenta, frente a centenares de miles de personas, en una Plaza de Mayo colmada, frente a dos expresidentes y líderes latinoamericanos, de que “no vamos a negociar nada que signifique poner en compromiso el desarrollo social” y de que “la Argentina del ajuste se terminó”. También la esperanza, de todo un pueblo, de que tales palabras tengan un contenido concreto y palpable en la vida cotidiana de todos los argentinos.

Editorial de José Luis Ferrando, licenciado en Comunicación Social, periodista de LT14 Radio Nacional Paraná.