Gustavo Varela es filósofo, ensayista, profesor de la Universidad de Buenos Aires y autor de múltiples libros, entre ellos, los estudios preliminares sobre el “Plan De Operaciones Y Otros Escritos de Mariano Moreno” y en un capítulo entero de su interesantísimo “La Argentina Estrábica” al revolucionario de Mayo. En diálogo con Tampoco es para tanto, Varela describió que “Mariano Moreno fue un tipo bastante polenta, fuerte, un tipo metido para adentro, católico de armas tomar, que estuvo activo tan solo 7 meses, en los que entregó su vida”.
“Tan intensa era su fe y su vivir, que hay algunos que sostienen que Moreno era un flagelante. Por la intensidad del hijo de dios, aquellos que creen fuertemente, se lastiman con los flagelos de Cristo. Él se fue a vivir a Chuquisaca para volverse cura. Pero él se enamora de una mujer y regresa”, señalo Varela.
“Era parte de un movimiento, andaba armado, escribía, era un ilustrado que cuando llegó la revolución, esa necesidad de sacar a los que no quería construir un modelo nuevo lo llevó con su impronta a encerrarse y escribir durante una semana y media el Plan Revolucionario de Operaciones. Eran todo muy potente, mucha tensión, estaba apretado, armado, puja con Saavedra en la interna de la revolución, todo a la vez. Así era Moreno”, describe el autor de libros como “Tango y Revolución”.
“En la Revolución de Mayo, los que emergen son los que tenían las armas, los fierros. Saavedra y él eran las caras de ambas facciones. Había instancias para impedir que Mariano Moreno fuera el que es. La vida de Moreno es muy corta, intensa, como la de Eva Perón, gente que dejaba la vida por sus ideas”, subraya el filósofo.
“Belgrano, Rodríguez Peña estaban con Moreno. La otra mitad estaba con otros, con Saavedra. Pero no se puede decir que Saavedra fuera un gorila. No hay comparación ni política ni económica. La perspectiva de la lejanía impide leer bien, pero no creo que Saavedra haya mandado a matar a Moreno. Al haber una cuestión de luces y fe tan radicales, era en resumen un conjunto de fuerzas que buscaban generar una fuerza más potente que lo que había que remover. Son pocos los que tienen ese fuego, Castelli era otro que también terminó del peor modo, le sacaron la lengua, eran tiempos difíciles, revolucionarios”, describe Varela.
El escritor reconoce que “El 25 de mayo es el día que más me gusta, más que el 9 de julio. Sus protagonistas empujaron de una manera tal que su proyecto podría haber sido y no fue. Una fuerza de un modo de intervenir sobre la práctica de la gente, que también fue mal visto. El plan de operaciones es tremendo, muy violento, si hay que matar por la revolución se mata, como ocurrió con Liniers, que era heroe tras la invasiones inglesas. Pero cuando deciden matarlo, lo tienen que hacer antes de que en viaje llegue a Buenos Aires porque si Liniers llegaba a la ciudad, no lo hubieran podido fusilar. Un francés que estaba ordenado para ser presidente, otras ideas, el proceso revolucionario no lo toleró. Así era el clima”.
Finalmente, el docente universitario resume: “Entre los revolucionarios naturalmente había diferencias en algunos de los objetivos de aquella libertad ¿Qué buscaban? algo parecido a lo que ocurría en EEUU, y su emancipación. La idea de componer un país para todos. A su modo lo siguieron viendo otros exponentes en otros tiempos, hasta Sarmiento inclusive, esa idea quedó en un proyecto amplio que no se logró plasmar. Los ingleses primero y los norteamericanos después, disolvieron aquellos intentos que con sus matices, igualmente eran soberanos”.