EDITORIAL ENTRE RÍOS

La declaración que no fue. Monopolios

Mucho ruido causó ayer la no declaración de Mauricio Macri en el juzgado del juez subrogante Martín Bava, en la causa en la que está imputado por espionaje a los familiares de víctimas del ARA San Juan. Creo que ayer, en Dolores, fue más un día de fotos que de crónicas. La foto de las pocas personas que finalmente acompañaron a Macri, de los 400 colectivos que no fueron, de Lombardi saltando y arengando a la multitud, de la cara de Macri estudiadamente compungida, frente a sus pocos seguidores. Y una que anda circulando en memes que de no ser cierta más de un periodista no dejaría que la realidad les arruine una buena nota, como se dice: Macri detrás de una persiana, mirando hacia afuera, espiando.

La crónica de lo que pasó, la decisión del juez de suspender la declaración indagatoria a pedido de la defensa del ex presidente bajo el argumento de que no estaba autorizado para revelar secretos de inteligencia, dejó material para todo tipo de análisis, que se fueron desplegando a lo largo del día de ayer. Hay cuanto menos dos posturas: la que sostiene que el juez no debería haber accedido al pedido de Macri porque, entre otras cosas, la ley de Inteligencia solo impone el secreto para cuestiones de Estado comprendidas en la seguridad nacional y la defensa interior, y que los secretos de Estado no amparan a la comisión de delitos. La otra puede resumirse en lo que dijo Graciana Peñafort, directora general de Asuntos Jurídicos del Senado: “El unico que sabia que iba a necesitar ser relevado del secreto era el propio Macri, y él podría haber pedido ser relevado del secreto, pero no lo hizo, sino que decidió usar la estrategia para postergar de nuevo la declaración. Igual está en su derecho”, aclaró. Pero señaló que se trata de “un peligroso recurso”, porque “ya admitió que en efecto hubo inteligencia sobre los hechos investigados”, es decir, que hubo espionaje, lo que está -obviamente- prohibido por la ley. Lo que no necesita demasiados análisis jurídicos es entender que ayer asistimos a una nueva avivada de quien hace de tal cosa un modo de construcción de poder. Otra más.

La buena noticia es que el actual jefe de Estado ya relevó de no revelar secretos de Estado al ex jefe de Estado. Con lo que las excusas para presentarse a ejercer su defensa en un proceso penal (que eso es al fin y al cabo una declaración indagatoria), por primera vez desde que dejó la presidencia, se le deberían ir terminando.

Otro tema. Días pasados hemos hablado de las ganancias que las grandes empresas productoras y comercializadoras de alimentos tuvieron, e incrementaron, durante la pandemia. Hoy se dieron a conocer algunos datos sobre la realidad monopólica, duopólica y oligopólica en la mayor parte de los mercados de productos alimenticios. Traducido: en la mayoría de los productos, una o dos o tres marcas acaparan toda la oferta disponible, lo que ves en la góndola. Aunque las marcas sean diversas, las empresas que están detrás son las mismas.

El colega Leandro Renou lo cuenta didácticamente hoy en Página 12. Nueve de cada 10 litros de leche fluida que se venden en Argentina son de una sola empresa, Mastellone. El 10 por ciento restante está en manos de Addeco Agro, Tregar y, en menor medida, la cooperativa Sancor, que en el marco de sus consecuentes crisis fue cediendo participación.

En el caso de las gaseosas y aguas, alrededor del 82 por ciento es producido por dos empresas. Coca Cola Company y Pepsico. Esta última hace, además, snacks y otros alimentos. En el caso de los panificados, una sola empresa, la mexicana Bimbo, tiene el 80 por ciento del mercado. Algo similar ocurre con el azúcar: Ledesma y Chango, del Grupo Tabacal: tienen el 75 por ciento del mercado. En este rubro, sólo 10 ingenios son responsables casi ocho de cada 10 paquetes del producto.

La yerba tiene a cinco empresas produciendo el 75 por ciento del total ofertado. A la cabeza aparecen Establecimiento Las Marías -Unión, Taraguí, Las Marías, Mañanita, La Merced- y Hreñuk -Rosamonte, Campeche-. En el caso de los lácteos, aparecen las mismas lácteas que en la leche fluida, pero se agrega la francesa Danone. El 45 por ciento de la producción de lácteos lo hacen sólo 10 empresas. Los datos siguen, pero como muestra lo dicho hasta aquí da una idea clara de lo que estamos hablando, de quiénes, de qué grado de poder ostentan quienes se paran frente al Estado, a los funcionarios del gobierno a decirles que no están dispuestos a resignar su margen de ganancia. Lo que explica por qué, después de poner en marcha el congelamiento de precios y los acuerdos intergubernamentales para controlarlo, algunos dirigentes, en lugar de decir: “ahora la mayoría de los argentinos puede tener un respiro”, salen a decirle a los empresarios que se queden tranquilos, que la medida es solo transitoria. No vaya a ser que piensen que, por culpa de ellos, no se la van a poder seguir llevando en pala.

Editorial de José Luis Ferrando, licenciado en Comunicación Social, periodista de LT14 Radio Nacional Paraná.



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