ECONOMIA ENTRE RÍOS

La moneda del acuerdo

Nunca como ahora hubo la sensación de que en la negociación por el pago de la deuda con en FMI la moneda está en el aire. Este fin de semana se sucedieron, en Roma, donde estaba el presidente Alberto Fernández participando de la Cumbre del G20, una serie de acontecimientos que, aunque no dejaron una definición, tienen un claro aspecto de final de etapa en términos de conversaciones. Para sí o para no.

Repasamos brevemente. Como hecho político de envergadura internacional, Argentina consiguió que el documento final de la Cumbre del G20 incorpore recomendar al Fondo que revise su política de sobretasas, como las que tiene que pagar el país por el crédito que tomó Macri; que se cree un nuevo fondo para brindar financiación "asequible a largo plazo" a los países de ingresos medios y bajos; y que se dé luz verde a la “canalización voluntaria” Derechos Especiales de Giro, la moneda del Fondo, como había pedido Alberto Fernández.

El mandatario tuvo una reunión de unos 90 minutos con Kristalina Georgieva, la titular del Fondo. La calificó como “buena y franca”, pero no hubo avances concretos, de esos que ameritan un anuncio. Desde el gobierno dejaron trascender que Fernández le transmitió la postura de no pagar lo que debe si el organismo de crédito no cambia sus reglas para devolver los préstamos. Esto es: si se ignoraron las reglas para otorgarle un crédito a Macri por encima de lo que su estatuto permitía, ahora se puede volver a ignorar la norma para cobrarla, estirando los plazos, bajando sobretasas, etc. La excepción y la regla. En este caso, la excepción fue tan enorme como 45 mil millones de dólares, que no están por ningún lado. ¿Por qué, entoNces, ahora la regla? “Fue una buena reunión”, dijo Georgieva, pero aclaró que “No hubo cambios de posición, no se trataron detalles".

Previo al encuentro, Alberto Fernández había sentado una posición muy firme, al hablar en la cumbre. Algunas de sus frases fueron: "Son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes, como los que dieron esos recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada"; "No vengo a renegar del capitalismo; vengo a alzar mi voz contra los que han sometido al capitalismo de la producción y el trabajo a la lógica de la especulación financiera".

Desde cierta prensa local se remarcaba que, “al mismo tiempo”, Máximo Kirchner, en la Argentina, salió a cruzar al FMI. Lo que dijo el presidente del bloque del Frente de Todos en una entrevista radial fue: "La Argentina necesita tiempo para afrontar la enorme deuda que contrajo Macri y además dilapidó; necesitamos un cambio de mirada del Fondo Monetario para contar con la mayor cantidad de tiempo posible y pueden alejarse un poco de la reglas porque a la hora de prestar no cumplieron con las mismas". Lo dijo uno de los dirigentes que necesariamente deberá entender en la aprobación del hipotético acuerdo en el Congreso, de acuerdo al marco legal que se dio este gobierno, a diferencia del anterior que tomó la monstruosa deuda de la que hablamos sin consultar a nadie.

Otra de las cosas que se repitieron fue que el presidente se había “alineado” con el discurso del ministro de Economía, Martín Guzmán, que la semana pasada pareció haber endurecido su posición sobre el acuerdo con el Fondo.

A todo esto se suman las declaraciones del hasta ahora futuro embajador de EEUU en la Argentina, el cuanto menos arrogante Marc Stanley, quien afirmó entre otras barbaridades que "Argentina es un hermoso bus turístico al que no le andan las ruedas", y le reclamó al gobierno -antes de sumir él- un plan económico que, no se privó de aclarar, “aún no tiene”.

El único político de primera línea que salió a contestarle fue el senador Oscar Parrilli, que en la sesión pasada le recriminó que “se ha pronunciado de una manera que no corresponde a la de un diplomático” y le recordó que la situación es responsabilidad del gobierno anterior, de la Argentina y de EEUU

Para completar el combo y por si a alguien le quedan dudas de que el acuerdo o desacuerdo posibles está sometido a presiones de todo tipo, reapareció Alejandro Werner, argentino, burócrata del Fondo, coRresponsable del diseño del adefesio que ahora debemos pagar todos, quien dijo que aunque haya acuerdo, Argentina de todas maneras no va a pagar. Cerrá todo y vamos.

La postura del presidente, del ministro de Economía y de la mayoría de los dirigentes importantes que integran la coalición de gobierno parece estar unificada, cosa que no resultaba clara hace unos pocos días. Dice la crónica oficialista que durante la cena Alberto Fernández conversó mucho con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, por el que confesó tener "simpatía", y con su esposa, Jill Tracy Biden. Siempre tengo dudas sobre si saben exactamente de qué hablan quienes afirman que hay que arreglar con el Fondo sí o sí. Es decir, si alguien sabe exactamente, sin chamuyo, cuáles son las consecuencias reales de no acordar. Y de no pagar. La mayoría de nosotros, creo, coincidimos en que sería mejor no averiguarlo. Pero insisto con lo del comienzo: la moneda, más que en ningún otro momento, parece estar en el aire.

Editorial de José Luis Ferrando, licenciado en Comunicación Social, periodista de LT14 Radio Nacional Paraná.



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