LICENCIADA BÁRBARA RUFFINI NEUQUÉN

Pequeños cambios para la inclusión en el autismo adulto

En su segmento habitual de los jueves en Tampoco es para Tanto, la Lic. Bárbara Ruffini (M.P.1972) abordó las barreras sociales para la verdadera convivencia social en el caso de mujeres adultas autistas que se reunieron en nuestra localidad para mejorar su calidad de vida. El disparador fue un acontecimiento ocurrido el el Concejo Deliberante, donde la concejales Maria Laura Da Pieve y Fernanda González compartieron un texto introducido por la propia Ruffini y la Lic. Lucila Etcheberry, donde la influencer Andy Cukier, más conocida como @femiautista, reflexionaba sobre los desafíos de las mujeres autistas adultas y sus dificultades para la vida social en esta etapa de la vida. Aquel acontecimiento generó las consultas de mujeres autistas sanmartinenses que expresaron la necesidad de que la comunidad escuche algunas de las posibles iniciativas para quebrar estas barreras.

“El encuentro fue muy especial. Son mujeres que necesitan ser escuchadas, que crecieron tal vez sin diagnóstico y afrontaron la condición padeciendo las hostilidades que tal vez para los demas pasan desapercibidos. Y la solución tal vez son pequeños cambios sencillos, que surgen tan solo con ponerse en el lugar del otro”, explicó Ruffini.

“Son personas que producto de su conducción dejan de hacer cosas por el nivel de stress que les genera. Cosas cotidianas como ir al super. Es verdad que están las compras online, pero eso requiere planificación y en ocasiones de la vida diaria sencilla, te quedaste sin harina y capaz no puede ir al super porque el supermercado tiene musica fuerte y la persona padece hipersensibilidad auditiva o lumínica. Se trata de pensar qué cambios se pueden aplicar. En algunos supermercados existe ‘la hora silenciosa’ donde durante ese horario la música tiene un volumen mas bajo o directamente no está. Ninguno de nosotros dejaría de ir al super porque no hay música, pero quienes están en el espectro autista tal vez, después de ir al super no puede salir por dos días, por el costo físico y mental altisimo que les genera. El padecimiento de lo imaginas cuando te lo relatan. Con pequeños cambios se pueden brindar mejores entornos, inclusivos”, ejemplificó la licenciada en psicología.

“Son ejemplos que surgen de pensar el tema. No es que no haya más música, puede haber música funcional a un volumen bajo. Existen otros espacios que también pueden ser pensados. Una de las mujeres estuvo 15 años sin ir al médico por no poder abordar el maltrato en los centros de salud, las demoras, la temperatura de las salas de espera. Ir a tomar un café también puede ser un desafío. Con pequeños cambios, hasta se puede hacer una visualización de marketing con algo así como ‘contamos con un espacio apto para quienes tienen hipersensibilidad sonora’. No cualquier comercio lo puede hacer, pero otros particularmente podrían incorporar y hasta ‘vender’ estas condiciones inclusivas”, reflexionó Ruffini.

Finalmente, la licenciada destacó que suele decirse que “son personas que les gusta aislarse, y en realidad es el entorno el que expulsa, que por su condición no toleran algunas cuestiones fáciles de modificar. En paralelo, es fundamental que los profesionales de la salud también encuentran capacitación para no negar ni cuestionar los diagnósticos. Estas mujeres han manifestado que cuando expresan’soy autista’, comerciantes o médicos cuestionan o minimizan ese diagnóstico, que no ‘respeta los canones del prejuicio del autismo’, ‘no parece autista’, juicios de valor que requieren una justificación dolorosa y que, en definitiva, se acompaña con pequeños esfuerzos que rompen esas barreras”.