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Rosa Grilo, la última sobreviviente de la masacre de Napalpí

El 3 de abril de este año falleció, los 115 años, Rosa Grilo, anciana perteneciente a la comunidad Qom, de la provincia del Chaco. Fue la última sobreviviente de la Masacre de Napalpí, el genocidio cometido por el gobierno argentino sobre su pueblo en 1924.

 

Decretan duelo en Chaco por el fallecimiento de Rosa Grilo, la última sobreviviente de la Masacre de Napalpí | Radio Dos

 

Su testimonio fue crucial para llevar adelante un Juicio por la Verdad, y sentar un precedente histórico en que el Estado argentino reconozca su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad contra pueblos originarios de nuestro territorio.

 

 

 

(…) es muy triste para mí porque mataron a mi papá y casi no me quiero acordar, porque me hace doler el corazón. Un avión de arriba tiraba bolsas y caían al piso y ahí los mataban. Mi abuelo y mi mamá gritaban disparemos, disparemos. No sé por qué mataron a muchos niños y grandes, fue mucho el sufrimiento. Nosotros disparamos en el monte porque queríamos vivir. Ahí comíamos algarrobo y cualquier fruto de los árboles y tomábamos agua de los cardos. Mi mama me contó que lo mataron a mi papá (…)

El 19 de julio de este año se cumplieron 99 años de cuando comunidades Qom y Mocoví se declararon en huelga por las condiciones de esclavitud a la que eran sometidos en el cultivo de los latifundios de algodón y obrajes madereros. Con el pretexto de protegerlos, el gobierno nacional y las autoridades locales crearon la figura de las “reservas”, adonde las comunidades fueron arrastradas y obligadas a dejar sus tierras ancestrales y modos de vida semi nómades, que seguía el curso de las estaciones del año.

De esas reservaciones eran sacados como mano de obra para los campos de algodón, arroz e ingenios azucareros que estaban a cargo de criollos ricos de la región, o los nuevos migrantes colonos que comenzaban a llegar a lo que entonces se conocía como “el territorio del Chaco”, en el norte de Argentina. Una tierra áspera, calurosa, con vegetación de matorrales pero parcelada para el trabajo de cientos que llegaban escapando de guerras y pobreza.

Los indios, se cree que movidos por la acción de sus caciques y chamanes, pidieron mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Todos eran analfabetos, pasto de las enfermedades y el último escalafón de una sociedad marcada por el clasismo.

 

 

 

 

Qom y mocovíes se negaron a trabajar. En la espera de su huelga, realizaron rituales y danzas de sus culturas que fueron el pretexto ideal para que la orden de atacarlos y exterminarlos se cumpla a rajatabla.
Fue una cacería humana: se estima que entre 500 y mil personas murieron en el primer ataque sobre la reserva de Napalpí, en donde estaban congregados los huelguistas.

También pasó un avión con metralleta, que minutos antes había tirado dulces para los niños pero con la sola intención de reconocer el terreno y agruparlos para dispararles. Fue la primera vez en la historia argentina que se usó un avión contra civiles.

Militares y los civiles comandados por el gobernador Centeno (con el aval del entonces presidente Marcelo T. de Alvear) dispararon sobre los hombres, mujeres, ancianos, niñas y niños que se encontraban reunidos. Después remataron, mutilaron y enterraron en fosas comunes a las víctimas, y persiguieron y hostigaron a quienes sobrevivieron.

Junto con la Masacre de Rincón Bomba perpetrada en octubre de 1947 durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón contra la nación pilagá, Napalpí y Rincón Bomba son las masacres de mayor magnitud cometidas contra pueblos originarios en la Argentina durante el siglo xx.

 

 

 

 

Casi un siglo después, el testimonio de Rosa Grilo fue fundamental para que el Estado nacional y la provincia de Chaco reconocieran la masacre y pidieran perdón. Ninguno de los que participaron en la cacería vivían ya pero el Juicio se celebró como el primer paso para que en Argentina se reconozca el genocido contra sus pueblos originarios.

En el Juicio se determinó que la masacre fue un crimen de lesa humanidad, cometidos en el marco de un proceso de genocidio de los pueblos indígenas.

Allí se declaró como probados los delitos de homicidio agravado y reducción a la servidumbre a las etnias qom y mocoví. Casi un siglo después, el velo del silencio al que ellos mismos se sometieron por el miedo, había comenzado a descorrerse en busca de justicia.

 

 

 

 

Producción: Silvana Avellaneda
Web: Julian Cortez