Yupanqui, el que hizo con silencios un nuevo alarido de raza: “Mi tierra está llenita de forasteros/ campesinos sin campo, indios sin cerro,/Qué tremendo silencio sobre nosotros / hagamos con silencios un nuevo grito”.
Yupanqui el que trajo de los valles y las llanuras, de los salitrales y de los ríos escondidos, cantos de siglos, ceremonias rurales: “Antes que el tiempo me borre,/ Una cosa quiero hacer,/ Galopar por esas pampas/ Como buscando el ayer”
Yupanqui el que supo ser el biógrafo de nuestros vientos: “Corre sobre las llanuras, selvas y montañas, un infinito viento generoso. En una inmensa e invisible bolsa va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El grito, el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento. Pero a veces la carga es colosal, y termina por romper los costados de la alforja infinita”
Yupanqui el que se hizo preguntitas sobre Dios: “Un día yo pregunté:/¿Abuelo, dónde está Dios?/Mi abuelo se puso triste,/y nada me respondió./Mi abuelo murió en los campos,/sin rezo ni confesión./ Y lo enterraron los indios/ flauta de caña y tambor” Yupanqui el que hizo vidalas en los desiertos: “Conocí el desierto. Toqué algunas vidalas por los desiertos del mundo…y me estremecí ante tanto silencio, ese silencio total que nunca pude agregar a mi música”
Yupanqui, el que rezara canciones, cual silencio de hachero antes de derribar el mundo, en un quebrachito blanco: “Nidos, no tuviste nunca/ Solo aquel que yo construí/ Para esconder una copla/ Como canto de crespín/ Adiós, quebrachito blanco/ Hoy te tienen que abatir/ Yo he de sentir los hachazos/ Matándome un poco a mí”
Yupanqui, el que le pidiera al árbol que no lo dejara partir “No me dejes partir, viejo algarrobo, que ya no sé decir: ¡Hasta la vuelta...!/Hay un río profundo que me llama/ Desde el antiguo valle de la pena”
Yupanqui, el que urdiera bagualas del gaucho pobre: “Pa' cantar baguala no cuenta la voz/ sólo se precisa poner en la copla todo /el corazón” Yupanqui el que alcanzara la baguala de la esperanza: “Siguiendo el rastro/ de una esperanza/ tal vez florezca/ mi soledad” Yupanqui el que nos despertara al Santiago profundo, cuando nos presentó a Cachilo dormido: “Está el Cachilo dormido/ con su ponchito de almohada, /quizá, buscando en el sueño /el alma de la vidala” y también nos despertara a la selva y a la misteriosa guarania con su canción del arpa dormida: “Hoy el arpa india/ se quedó dormida/ como una guarania/que no pudo ser”
Yupanqui, el que escribiera las memorias del camino: “Los caminos son caminos/ en la tierra y nada más./ Las leguas desaparecen,/ si el alma empieza a aletear” Yupanqui el que le cantara a sus arenitas: “Arenitas del camino/ Cualquier viento se las lleva/ Así son las esperanzas/ De los pobres de mi tierra”Yupanqui, el que lo confundiera con las bagualas: “Nunca se sabe dónde terminan los caminos y donde comienzan las bagualas” Yupanqui el que lo bifurcara con el cosmos y la raza: “Caminito del indio, que junta el valle con las estrellas”
Yupanqui el que se reconociera como su domador: “Yo nunca fui como el valle./Eso lo saben los vientos./Mi vida es domar caminos;/El valle siempre está quieto”
Yupanqui el que le arrebatara secretos a los cerros: “Hijo del cerro, nació en las piedras./ Sol y distancia, canto y rigor…/¿Gaucho baqueano que, a la montaña,/Todo secreto le arrebató!” Yupanqui el que averiguara el antiguo canto del corazón de un peón envejecido: “El día habrá de llegar/ Se me hace que anda llegando/ Que atravesau en mi mula/ Me lleven pal campo santo”
Yupanqui el que interpretara todo lo que calla el zafrero, luego de su temporada en el ingenio: “Soy como el cañaveral,/ tierra que rinde el esfuerzo./Mis flores son de verano/pero adentro llevo inviernos”
Yupanqui, un hombre con sino de vidala: “Como una errante vidala/ por este mundo, pasé./ Cuando me tape el silencio/ ya ni vidala seré” Yupanqui una vida con destino de canto: “Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra: “Si comprendes su sombra, te espera/ Una tremenda responsabilidad./ Puede perseguirte la adversidad,/Aquejarte el mal físico,/ Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,/ Pueden burlarse y negarte los otros,/ Pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,/ Porque no es sólo tuya./ Es de la tierra, que te ha señalado.”
Yupanqui el que bautizara la luna como “capataza”: “De pie en la noche, como un árbol solo,/ esperándote estoy, luna del cielo./ Porque quiero nombrarte capataza/ de todo lo que amo y lo que dejo”
Yupanqui, el que le diera otros nombres a la guitarra: “guitarra, abuela cósmica,/ quién podría decirte una palabra nueva,/ para ser escuchada”
Yupanqui el que comprendiera a la guitarra como forastera en este mundo: “Te veo como recién llegada de muy lejos./ De otras edades, de otro color del mundo”
Yupanqui el que percibiera a la guitarra como una misteriosa religión: “La Guitarra es un misterio que sólo se devela cuando el hombre canta o reza junto a ella los salmos de la tierra y de la vida.”
Yupanqui el que intuyera que la guitarra es hija del sonido de la verdad: “La guitarra no miente jamás. Si el hombre se acerca a ella confesándose, el instrumento registra la verdad del pensamiento, lo exacto de la intención, la dimensión cabal de un sentimiento”
Yupanqui el que interpretara los otoños del monte: “Mayo destroza en el monte/ su tinajón de oro viejo./ Mientras cantas las acequias/ coplas de adiós y de tiempo” y los silencios del montaraz sin soledad: “¿Soledad? No la conozco/ siempre voy acompañado/ por las cosas que he vivido/ o que el viento me ha arrimado”
Yupanqui el traductor de los cantos profundos de la noche del pueblo: “…adivinar un poema/ que nunca lo escribió nadie/ a la noche la hizo dios/ para que el hombre la gane”
Yupanqui, dueño del día del continente, el conquistador de la auténtica riqueza de su pueblo: “No son héroes solamente los que ganan batallas, en los campos de batalla, son héroes los que ganan la batalla contra la ignorancia y contra la incultura,esos son verdaderos héroes, los que van triunfando, iluminando la senda de las generaciones que arriban a un país, de los arbolitos nuevos que crecen, son buenos vientos y buenos soles para que se desarrolle esa planta y produzca frutos nobles o de una noble sombra, alguna vez”
Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón
Etiquetas: Atahualpa Yupanqui, Salamancas y caminos