El fútbol es un deporte. Es un juego que genera placer al jugarlo y, al verlo, siempre y cuando te acompañe el resultado, que tu cuadro equipo o club gane de lo contrario todo se transforma en una de terror.
Si nos trasladamos a la vida familiar dicen las abuelas que el hijo del medio es el que más sufre. Usted se preguntará … que tiene que ver con el fútbol. Que acá también sufre el del medio quedando a corto plazo sin laburo. El del medio es el entrenador.
El dirigente no se va a ir, el jugador tampoco y el que no se queda es el del medio, al que a la primera de cambio lo invitan a cerrar la puerta del vestuario del lado de afuera. Muchas veces se dijo que un torneo largo iba a servir para que la psicosis de los malos resultados disminuya, error… en la práctica fue igual o peor que antes.
La Superliga no ha sido la excepción quince entrenadores dejaron sus cargos en doce fechas, más de uno por fecha, no será mucho?
La pregunta es por qué ocurre está sangría y es compleja la respuesta. Podríamos enumerar varias hipótesis. La falta de tolerancia, el miedo a perder la categoría, el descenso se lo ve como la muerte misma, la violencia cotidiana. Todos son elementos que forman una fórmula explosiva y termina con el cargo de los entrenadores.
Tiene solución? Difícil, Diría que imposible. La idiosincrasia del hincha argentino no lo hace posible. Salvo que no haya tabla de posiciones y jueguen sin arcos.
Nos vemos en la próxima.
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